Conectar bien dos destinos ayuda a que las empresas de reciente creación sean más atractivas para los inversores y a que se genere un flujo positivo de negocios y de crecimiento económico, según diferentes estudios del Massachusets Institute of Technology (MIT) y el Sloan School of Management.
Para cuantificar cuál es el impacto de los vuelos directos se tienen en cuenta varios puntos. Por un lado, los responsables de la aerolínea deben valorar la demanda que existirá para ese vuelo, analizando el tráfico de otros aeropuertos cercanos. También deben ofrecer unas tarifas competitivas, como explica Arturo Benito, responsable de Transporte Aéreo en la Universidad Politécnica de Madrid.
Además, la afluencia de viajeros que puede generar una conexión directa obliga a las administraciones públicas a mejorar las infraestructuras, como accesos al aeropuerto y las ciudades, carreteras, transportes públicos, etcétera. Se trata de una parte de la ecuación que no se suele tener en cuenta y que a medio plazo genera problemas de saturación. Con la apertura del vuelo directo entre Barcelona y Hong Kong es poco probable que se den estos problemas de saturación, ya que la conexión se operará desde el aeropuerto de Barcelona-El Prat.
Cathay usará un Airbus A350-900 con capacidad para 280 pasajeros y operará ocho vuelos a la semana (cuatro de ida y cuatro de vuelta), por lo que, si logra la máxima ocupación, moverá cerca de 2.240 pasajeros a la semana y 8.960 clientes al mes. Cifras pequeñas para lograr una alta saturación en un aeropuerto como El Prat.
La nueva ruta complementará a la que ya opera Cathay desde Madrid y ahonda en la conexión directa entre España y China, que hasta hace pocos años no existía. La importancia de este tipo de rutas no es sólo para las ciudades que une de forma directa, sino para el país en su conjunto, ya que desde los aeropuertos de llegada se puede alcanzar cualquier otro punto de la geografía nacional.
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