Lector,
Aunque los GAFA (siglas de Google, Apple, Facebook y Amazon) nos hayan hecho pensar que la información es gratuita, lo cierto es que la información de calidad no lo es.
Primero, porque la realizan profesionales del periodismo, que se han formado durante varios años para ejercer su profesión, como el ingeniero, el mecánico o el administrativo.
Segundo, porque cualquier actividad editorial, incluso en Internet, conlleva unos gastos de creación, de gestión, de mantenimiento y de reinversión permanente en material y personal.
Y, por otro lado, está la condición del periodismo como uno de los pilares de las sociedades democráticas, que sirve para controlar a los poderes, a las empresas y a los grupos de presión. En una sociedad democrática que reciba plenamente ese nombre se protege la libertad de información y el derecho a la misma de los ciudadanos. Pero no hay derecho sin obligación y todos los ciudadanos debemos asumir que, si queremos información de calidad, debemos pagar por ella.
Todos los ciudadanos debemos asumir que, si queremos información de calidad, debemos pagar por ella
Hasta hace poco esta responsabilidad del ciudadano informado se ejercía adquiriendo un ejemplar de papel en un quiosco. Sin embargo, desde la aparición de Internet hemos asumido, de manera inducida por los intermediarios que sí hacen negocio en la Red, que podíamos conseguir la información sin desembolsar un euro.
¿Las consecuencias de este engaño masivo por el que todos nos hemos dejado seducir? La primera es que los lectores ya no recibimos información, sino propaganda, publicidad encubierta o contenidos con intereses oscuros. En segundo lugar, los periodistas perdemos nuestros puestos de trabajo o quedamos reducidos a la condición de ventrílocuos incapaces de aportar un valor añadido y el contexto adecuado a las comunicaciones que políticos, marcas y lobbies filtran.
Los lectores ya no recibimos información, sino propaganda, publicidad encubierta
La extendida, y falsa, creencia de que “el valor de los contenidos y la información es cero” hace que estos grupos de presión e interés se ahorren las campañas de publicidad a través de las cuales trasladaban sus mensajes. Porque la siempre delgada línea entre información y propaganda también se ha ido desdibujando a medida que los profesionales desaparecían de las redacciones.
Vuelta a los orígenes
Aunque parezca lo contrario, Internet no ha reinventado la rueda. De hecho, en muchos casos volvemos a modelos de negocio que han funcionado en el pasado. Las suscripciones, por ejemplo, que han permitido crear grandes medios de comunicación, como The New York Times, The Economist, la revista España… O el “crowdfunding”, que existe desde tiempo inmemorial: ¿has oído hablar de las estatuas que se erigían a personalidades por “suscripción popular”? Este era el término decimonónico del “crowdfundig”, quizá menos trendy, menos británico, pero claro y potente.
Hoy, como entonces, la suscripción, que no es otra cosa que el apoyo y la confianza del lector, es el modelo que puede respaldar el mantenimiento de una prensa de calidad, independiente y rigurosa. La suscripción es un compromiso entre lector y medio, en ambas direcciones: es un mandato entre quien produce la información y quien la consume. Suscribiéndose, apoyando a un medio de comunicación, el lector asume su responsabilidad, pero también da una orden a los editores para que sean cuidadosos, le ofrezcan calidad y rigurosidad en los contenidos que elaboran.
La suscripción (el apoyo y la confianza del lector) puede respaldar el mantenimiento de una prensa de calidad
¿Y por qué pagar por información sobre turismo y viajes?
La industria del turismo y los viajes supone el 9,8% del PIB mundial, es decir, más de 7,2 billones de dólares cada año. Este negocio da trabajo a 284 millones de personas en todo el mundo y genera más de 1.000 millones de viajes anuales.
La importancia de este sector económico nos afecta, directa o indirectamente, en el plano profesional y humano, porque repercute en el sector laboral al que se dedique cada uno de nosotros y condiciona nuestro tiempo de ocio y las inversiones que realizamos para desarrollarlo. También influye en nuestra vida diaria: sólo hay que ver los conflictos que origina el mal turismo en algunos barrios de Barcelona o la incidencia de los pisos turísticos en la trsnformación de las ciudades en que vivimos.
La información turística está relacionada con la formación cultural que queremos para nosotros mismos y la sociedad
Y, además, al margen de la economía, la información turística y de viajes también tiene que ver con el Arte, con la Historia, con la gastronomía, con la cultura en general, con la idiosincrasia de los pueblos y sus tradiciones. Y, en definitiva, está relacionada con la formación cultural que queremos para nosotros mismos y para los demás, para el conjunto de la sociedad.
¿Qué vamos a hacer con tu suscripción?
La respuesta la podemos resumir en una palabra: PERIODISMO. Pero lo vamos a detallar más. A cambio de tu suscripción recibirás información de calidad, independiente y rigurosa.
De calidad porque tu suscripción servirá para financiar la actividad de los periodistas que trabajan en nuestro equipo y que investigan documentos, buscan las fuentes acreditadas y se desplazan para comprobar los hechos. Necesitan, necesitamos, un sueldo digno para desarrollar nuestra labor con rigor y proporcionarte, contextualizados, los datos más importantes para ti, lector. Porque informar no es reproducir notas de prensa, como se realiza en el 99% de los medios cuya información consumes.
La suscripción financia la actividad de los periodistas: investigación, búsqueda de fuentes y comprobación de hechos
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Permite eludir los conflictos éticos entre los temas que se abordan y los intereses de los anunciantes
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Posibilita quedar a salvo de las líneas editoriales que quieren imponer los grandes grupos de presión
Invertir en información no es malgastar el dinero, sino asumir una de nuestras responsabilidades como ciudadanos que, además, nos capacitará para poder criticar, con conocimiento de causa, a los medios y a quienes (aún) luchan por ellos. ¿Cómo pretendemos que un periodista sea independiente, o que simplemente ejerza su oficio, si no se le paga dignamente por su trabajo? ¿Cómo queremos recibir información de calidad si no apoyamos la labor de quienes aún defienden esa causa, a veces en condiciones inimaginables para otros profesionales?
Buscamos, necesitamos, lectores consecuentes, capaces de valorar ese bien intangible que nos conecta con el mundo, que nos enriquece como personas, que nos ayuda a pensar diferente, a buscar nuevos puntos de vista, a debatir con argumentos fundados. Que confíen y nos respalden en nuestro empeño de hacer preguntas molestas a quienes ejercen el poder y sacar a la luz los temas que pretenden sepultar en un alud de relaciones públicas.
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