La nueva política es muy vieja

La presidencia de Paradores sigue siendo una canonjía para los amigos. A Ángeles Alarcó, una política de las filas del PP y ex mujer de Rodrigo Rato, la sustituirá Óscar López, experto en relaciones internacionales y político del PSOE que ha fraguado su vida profesional bajo el paraguas del partido. No está escrito en ningún sitio que el presidente de la única cadena de alojamientos públicos tenga que ser un profesional relacionado con el sector, pero no vendría mal que así se estipulase.

Pedro Sánchez, el nuevo presidente del Gobierno, llegó al cargo prometiendo renovación en las formas y más transparencia. Ha tardado poco en defraudar las expectativas de que haría una política diferente a la que se ha impuesto en España durante los últimos 40 años. Tras anunciar un Gobierno de ministros especializados en sus áreas, los segundos puestos de la estructura gubernamental los ha ido cubriendo con afines al PSOE. Lo que ha sucedido con Paradores es lo mismo que ha pasado en el resto de empresas públicas.

El presidente de Paradores es también el consejero delegado, el primer ejecutivo de la cadena y, por lo tanto, responsable de implementar la estrategia empresarial que se defina desde Turespaña, es decir, desde el Gobierno, que es el propietario de la empresa pública. Óscar López tiene el beneficio de la duda hasta que presente el plan estratégico de la compañía y lo ponga en práctica. Uno de los principales objetivos debería ser recuperar la calidad perdida y el posicionamiento de la cadena como referente de excelencia. Y para eso es necesario cuidar mejor a los empleados, contratar a más personal en áreas como la limpieza de habitaciones, fomentar la cualificación y crear un sistema de promoción que premie los méritos y no el amiguismo y dando más libertad a los directores de los alojamientos. Otro de los retos de personal será aprobar el convenio colectivo de la empresa, postergado durante años y cuya falta perjudica a los trabajadores en sus condiciones laborales y salariales.

Se podrá decir que para dirigir Paradores no hace falta ser experto en hotelería, puesto que es el equipo directivo el que pone en marcha la estrategia y el consejero delegado es quien coordina. Este periódico piensa lo contrario. El poder de Paradores, como el de cualquier establecimiento o cadena hotelera, es la riqueza que puede generar en las comunidades locales donde se asienta. Desde empleos cualificados a movimiento económico con compras, visitas turísticas, relanzamiento de la gastronomía… El profesional que se haga cargo de la cadena debe ser consciente de esto y contar con una visión global del negocio hotelero y de sus implicaciones sociales y económicas que le lleve a potenciar este efecto de arrastre. Veremos si López, un experto en política y relaciones internacionales, cuenta con estas capacidades o si, al menos, se rodea de profesionales que sepan ponerlas en práctica.

Paradores es una cadena hotelera atípica en muchos sentidos, empezando por los propios establecimientos. Los últimos presidentes de la cadena se han movido entre el gasto innecesario para construir Paradores en lugares insólitos y la gestión para evitar la quiebra. Así hemos llegado al 90 aniversario de la cadena, que va a pasar sin pena ni gloria, cuando debería haber servido para elogiar el concepto bajo el que nació Paradores: la explotación turística de edificios históricos en desuso que ha permitido mantenerlos vivos y operativos. A López le toca cambiar esta situación.

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