Por Magnus Jern, socio fundador de Tapp Water
Para un país con una población de 47 millones de personas, el hecho de que se sumen 80 millones de turistas es un reto enorme para el medio ambiente. El principal impacto proviene de cuatro frentes diferentes:
- El uso del agua, especialmente en un país donde varias regiones sufren de escasez e incluso sequías.
- El aumento de la contaminación por el transporte, sobre todo por parte de aviones, cruceros y coches.
- La generación de residuos, fundamentalmente plásticos, que en una gran parte terminan en vertederos e incineradoras.
- La sobre-explotación agrícola y pesquera debido al aumento en la demanda de alimentos.
Por lo general, en un día rutinario los turistas generamos una huella medioambiental mayor que los habitantes locales debido a que cuando estamos de vacaciones nos damos duchas 2 ó 3 veces más largas; se aumenta el consumo de plásticos de un solo uso; y se suele ser menos respetuoso con la separación y gestión de la basura, que en algunos casos termina en la playa o en otros entornos naturales.
Los plásticos son un problema especialmente grande en España, donde solo un 20% del plástico es reciclado al final de su vida útil. El problema con el plástico que no se recicla es que, si termina en vertederos, se descompone en “microplásticos” que se filtran a los acuíferos, ríos y finalmente al mar.
Sin duda, la educación juega y jugará un papel fundamental en la lucha contra este desbaratamiento de recursos y la difusión de la mentalidad de las 3R (reducir, reutilizar y reciclar). Pese a ello, no hay que olvidar que casi todos los residuos se generan por parte de las empresas de comida, bebida y otros bienes de consumo. La conclusión a la que se ha llegado desde varios países es que la manera más eficiente de resolver esto es a través de la regulación, ya sea por parte del gobierno o por parte de las empresas mediante estrictos mecanismos de auto-regulación.
Ante esta situación, creo firmemente que las empresas y los organismos gubernamentales podemos y debemos aplicar acciones y objetivos que ayuden a corregir estos efectos desfavorables sobre el mal uso del agua y los desechos. El sector turístico debería estar obligado a crear un plan de acción con objetivos claros en materia de reducción del consumo de agua y de la generación de residuos.
El sector hotelero ya ha implementado medidas de manera exitosa, como la reutilización de toallas en las habitaciones para reducir el sobreconsumo de agua en las lavanderías. Esto confirma que es posible motivar a los huéspedes de los hoteles, y a los turistas en general, a ser más responsables y conscientes de su impacto. Sin embargo, tenemos que ir un paso más allá e incentivar la reducción del tiempo de las duchas (por el gasto en agua y, sobre todo, energía que supone), la disminución del uso de aire acondicionado o luces indiscriminadamente, así como la eliminación de plásticos de un solo uso.
Los gobiernos locales también deberían emplear un porcentaje de los ingresos provenientes del turismo en proyectos para mejorar el reciclado de las aguas residuales, la gestión de residuos, el reciclaje de todo tipo de materiales y los medios de transporte sostenibles, todo ello involucrando a los distintos actores que forman parte de la solución.
Sin embargo, esto no sería suficiente. Para dar un verdadero paso adelante en lo que se refiere al problema de los residuos plásticos, se debería prohibir o regular estrictamente el uso de plásticos de un solo uso (vasos, platos y cubiertos), tal y como ya se ha hecho en Francia, así como introducir sistemas de depósito como los utilizados en Suecia y Alemania. Otra iniciativa en la que inspirarse es la prohibición de botellas de plástico de un solo uso, medida implantada recientemente en la ciudad de San Francisco (EEUU). Nos queda un largo camino por recorrer, pero entre todos, particulares y especialmente empresas, podemos y debemos cuidar y proteger nuestra naturaleza y recursos tanto para nosotros como para generaciones futuras.
Tapp Water es una empresa de Barcelona fundada en 2015 y que diseña soluciones de filtrado asequibles, cómodas y sostenibles para el agua del grifo. Sus cinco socios tienen un objetivo común: ofrecer un agua del grifo más limpia, sana y con el mínimo impacto medioambiental. Sus soluciones han logrado reducir más de 75.000 botellas de desecho plástico el año pasado. En 2017 pretenden elevar esta cifra hasta los 10 millones de botellas de plástico.